viernes, 11 de marzo de 2011

CARNAVALADA DE PIÑATA EN ARES HACE 120 AÑOS - Todo un pueblo procesado


Ocurrió en Ares hace 120 años. Se trató de prohibir la celebración durante los carnavales del Entierro de la Sardina, en el Domingo de Piñata.
Los Curas de Ares: Párroco y Vice-Párroco, instigados por unas cuantas histéricas beatas, consideraban irreverente esta celebración.
Consiguieron que el alcalde editase un BANDO prohibiendo la celebración.
Más tarde el Alcalde autorizó de palabra dicha celebración.
Pero los intolerantes denunciaron a la Justicia y Tribunales a los organizadores y participantes en la Mascarada.
En total medio centenar de personas tuvieron que asistir a Juicio con Jurado al año siguiente en Coruña.

Salieron absueltos todos por la eficaz defensa de su abogado, que hizo méritos para emular en su oratoria a Castelar.
Cuando se supo el veredicto del Jurado en Junio del 1892, se celebró tremenda fiesta en Ares.
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Esta es la transcripción de un legajo bastante deteriorado, donde se narra lo acontecido y el encendido discurso retórico y barroco del abogado defensor del Colegio de la Coruña Don Enrique Sors Martínez.


EL ENTIERRO DE LA SARDINA EN ARES

(CARNAVAL DE 1891) SUMARIO: Ares.- El Entierro de la sardina.- Consecuencias.- Sumaria, - Juicio oral. - Acusación.- Defensa.- Resumen.- El Jurado.- Absolución.- Fiesta en Ares.


Siguiendo la tradicional costumbre, celebrose en la villa de Ares, hermoso pueblecillo del distrito de Puentedeume, situado en la orilla del Oceano sobre la estensa y hermosa ría á que dá nombre, la fiesta del carnaval, conocida vulgarmente con el nombre de "El Entierro de la Sardina", el domingo de Piñata de 1891.
La fiesta resultó animadisima, brillante. La alegría reinaba por doquier, y de seguro no faltó á la "parranda" un vecino de Ares, pues el que no tenía parte en la mascarada cooperó á su mayor animación, invadiendo las calles, aplaudiendo a su paso lo bien organizado que iba el entierro, los chistes de los concurrentes, y las buenas voces y excelente gusto con que las bellisimas aresanas, que ostentaban un hermoso estandarte, entonaban alegres canciones de conocidas zarzuelas. Aquella noche, todo fue alegría, bullicio, buen humor en el risueño pueblecillo de Ares.

Nadie llegó a sospechar que tras aquel hermoso día, que a través de tan puro horizonte, el hado fatal tendía sus negras alas que la tormenta se cernía sobre tan alegre vecindario.
Y así fué: Si aquella noche vieron todos, si en ese día todos hallaron muy entretenido el espectáculo, si el baile se vió muy concurrido y el buen humor estendió su reinado por todos aquellos contornos, ¡ay! bien pronto se trocaron los papeles. Bastó una denuncia al Juez de Puentedeume para sembrar la cizaña entre los pacíficos convecinos de Ares.
La denuncia no tenía fundamento alguno, como más adelante se demostró en la vista de la causa; pero esa no fue una razón par que no prosperase. Se escribió en papel sellado, y todo el pueblo tuvo que prestar declaración, y ¡cosa estraña! entre tantos vecinos, solo unas cuantas desgraciadas, que acompañadas del cura párroco acudieron a Puentedeume y juntos volvieron al pueblo, fueron parte del proceso, para condenar no solo a la mascarad
a, sino a las autoridades locales.

El asunto es que una mano negra oculta seguía sembrando la cizaña, no sabemos si por ambición personal, venganza o inclinación al mal, y lo que empezó por "sainete" estuvo a punto de terminar por "tragedia", si la razón, la sensated, la cordura y la Ley no estuvieran siempre por encima de todas las miserias. Llegó por fin el término a tanta incertidumbre.
La causa se sebreseyó a las autoridades y 26 vecinos, quedando tan sólo en el proceso hasta concluir todos los trámites legales y en ellos apurar hasta la última gota el cáliz de la amargura, cinco honrados vecinos, Agustín Bugallo, Ricardo Fernández, José Méndez, José Mª. Fernández y José Gil.

El 3 de Junio empezó la vista de esta causa en la audiencia de la Coruña y para celebrarse el juicio fué preciso que abandonasen sus casas, sus quehaceres y sus intereses casi todos los vecinos de los pueblos de Ares, sin contar con otros muchos del distrito de Puentedeume, pues muchos eran testigos, otros citados y los demás llamados para constituir el Jurado.
Dos días duró esta vista, evacuándose en el primero la prueba de testigos y teniendo lugar en el segundo la acusación fiscal, la defensa y el veredicto.
En el primer día desfilaron por ante el Jurado casi todos los testigos, excepto de aquellos de cargo que por enfermedad no pudieron asistir, eludiendo de su presentación por medio de certificado y contándose entre éstos el Vice-Cura D. José Quirós, que según certificación leída en el acto de la vista, expedida por el médico de Mugardos, padecía de "flujos", enfermedad que todos lamentaron y muy particularmente el Presidente de la Sala Sr. Laspra en brillante resúmen, que decía, no era el primer caso el del Sr. Quirós en que las palabras brillaban por su ausencia en ataques a la Religión; invocando otro caso parecido ocurrido en Carballo, para lamentarse mas tarde de que las autoridades judiciales eran impotentes para castigar esos delitos cuando á su juicio era muy necesaria su presencia en aquel acto para aclarar muchos puntos, sobre la convicción al ánimo del Jurado y sobre todo, ratificarse en sus anteriores declaraciones.

Entre los testigos de cargo que desfilaron, lo hizo en primer término el testigo del párroco Sr. Feás, quien espuso tantas contradiciones que gracias a la generosidad del defensor no se dedujeron consecuencias legales. Otro de los testigos fué el hermano del cura Sr. Quirós, á quien renunció a hacer preguntas el Sr. Fiscal, en vista de haber manifestado que había estado juzgado y sentenciado, á no recordamos cuantos años de reclusión, en la cárcel de Cuba y en una penitenciaría de la Isla de Pinos, y manifestar a las preguntas del defensor que había vivido á espensas del procesado señor Bugallo, quién tambien repetidas veces y por mediode suscripción le había remitido fondos para poder venir a la Península á ver a su madre.
Declararon tambien en contra de los procesados la Sra. y Srta. Nicasia y Asunción Fonsado, quienes manifestaron se habían sentido heridas en sus sentimie
ntos religiosos ante la mascarada del Domingo de Piñata; expresando con tanta vehemencia y "naturalismo" sus acusaciones, que le Presidente se viese en la obligación de tocar la campanilla y llamarlas al órden para que moderasen un tanto su "expresivo" lenguaje, no profiriendo en aquel lugar de respeto, frases y conceptos tan mal sonantes. Y por último pasaron por el tablado Nicolás López y Juana Barreira que pide limosna en Ares, y que confesó, que si había ido a declarar no era contra la opinión de su madre como dijo la anterior testigo, si no por "consejo del confesor", pues por lo demás, á ella le había gustado mucho la procesión.
Los demás testigos sumariales y los de la defensa que en conjunto se elevaron a sesenta y siete y entre los que se contaban el Alcalde, teniente alcalde y concejales, juez municipal y secretario, el médico y personas de más viso (rango) de Ares, sin contar - las testigos, elegantes y virtuosas jóvenes aresanas que por el delito de divertirse y bailar en esa noche habían sido espulsadas de la "Congregación de las hijas de María", y cuya presencia y modo de producirse en estrados bastaba para reconocer la sinceridad de sus declaraciones, en completa oposición con los anteriores testigos.

Terminada esta parte del sumario y suspendido el juicio hasta el día siguiente a las doce, a esa hora acudimos todos allí, teniendo empero que aguardar hasta muy cerca de las tres en que se reanudó la vista.
El Fiscal Sr. Sousa, hizo su acusación, que si no pecó de larga fué intencionada. Expuso con vehemencia y fácil palabra los argumentos que consideró oportunos y convenientes para su objeto y concluyó pidiendo pena para los cinco encausados por creerlos en el artículo 242 del Código, caso 3º.
Tomó la palabra el defensor, y el público invadió la sala de Justicia, preparánadose con religioso silencio a oir a una de las glorias del Foro gallego, al distinguido abo
gado D. Enrique Sora Martínez, que en diferentes y numerosas campañas en el Foro tiene de sobra acreditado su talento. Con elocuente y galana frase, con atinadas inflexiones de voz, con acento de profunda convicción y en brillantes periodos, desarrolló el Sr. Sora los puntos de su defensa, llevando al ánimo de todos la persuasión y demostrando clara y palmariamente la inocencia no sólo de sus defendidos si no la del pueblo todo de Ares. cuyos honrados y hacendosos vecinos son incapaces de cometer un acto irreligioso y menos de tolerarlo con aplauso, si bien tampoco es de los pueblos que se dajan pisotear en sus creencias ni se someten sin protesta al capricho ó al arbitrio de los que creen pueden abusar de su credulidad y su buena fé. Fue una defensa bella y brillante.

Se dió por terminado el acto, para previas las preguntas acordadas, pasase a deliberar el jurado y exponer su veredicto.
El Jurado por unanimidad declaró la inculpabilidad de los procesados, conformándose con este acuerdo, no reclamando el tribunal de derecho que absolvió a los procesados; absolución a la que todos los asistentes en su fuero interno asintieron dedicando un aplauso a tan justo, tan legal y tan sabio parecer. En Ares fue día de fiesta, aquel en que se supo el veredicto, acordando festejar en el próximo domingo tan fausto acontecimiento con bailes, cohetes y regocijos de todas clases.

Y en efecto, llegó el domingo, y desde las primeras horas de la mañana cruzaron el espacio multitud de cohetes, se quemaron más tarde caprichosas figuras de fuego, engalanáronse las embarcaciones surtas en la ría, presentando un hermoso golpe de vista, pues a las de los pescadores del pueblo se habían agregado varias embarcaciones de la Coruña, Ferrol y Mugardos, que llevaron muchos convidados a la fiesta y a quienes los vecinos obsequiaron con profusión de dulces y esquisitos vinos, asistiendo por la noche a los animados bailes que tuvieron lugar en el Casino y salones Marzoa y Barcia.

Día memorable fue el domingo 12 de Junio de 1892 que no olvidará tan facilmente el pueblo de Ares y que debe servir de lección a todos, a los procesados y a sus amigos para preservar en su noble conducta, y a los instigadores, a las ocultas manos que gozan en el mal ejeno para que depongan sus intransigencias y vivan con el siglo y en el espíritu de tolerancia que es hoy la mayor conq
uista de los pueblos modernos.

DEFENSA

(Pronunciada por el abogado del Colegio de la Coruña Don Enrique Sors Martínez)

No temais, señores Jurados, que haya de salir de mis labios ninguna palabra, ningún concepto que podais considerar mortificante a vuestras creencias, causas tan profundas, tan intensas como lo demostrasteis elocuentemente en el día de ayer. Al prestar juramento no os contentasteis com cumplir la fórmula legal, sino que, movidos por vuestros sentimientos católicos besasteis humildemente las sagradas páginas delos Santos Evangelios, patentizando así que sois
fervorosos hijos de la Iglesia. Lo celebro es extremo; prefiero en defensa de mis representados que seais creyentes, pues así podreis comprender mejor que es esta católica Galicia, en esta tierra que el Santo Apóstol ha elegido para conservar en ella sus reliquias, es imposible que haya pueblo alguno que escarnezca las ceremonias religiosas, máxime las que la Iglesia dispensa a los que fallecen en su seno.
Y digámoslo ahora, sin perjuicio de demostración, en Ares no se ha escarnecido el culto público con ocasión del carnaval de 1891, en Ares no se han menospreciado las preces religiosas ni se ha hecho burla de los ministros de la religión Católica.
Preciso es, en efecto, desconocer lo que es la villa de Ares, los elementos de vida que la constituyen, para poder admitir ni aún como hipótesis, que se pudiera cometer tamaño atentado por todo un pueblo; porque entiéndase bie, que aunque son cinco solamente los acusados, la responsabilidad, por lo menos moral, seria extensiva, no solo a los 46 que tomaron parte en los sucesos denunciados, sino a todos los que con aplausos y regocijo los vieron ejecutar.

Ares, villa industriosa, de ilustración y cultura muy superior a la que tienen otras de igual o superior vecindario, no merece que contra ella se dirijan tan acerbas censuras. Ares es un pueblo religioso, pero no fanático ni supersticioso, respeta debidamente los ministros del culto católico y cumple sus preceptos, pero no confunde el oropel con el oro y sabe distinguir perfectamente lo moral, lo justo y lo debido, de lo que es lujo del capricho o de la arbitrariedad.
Sus elementos principales de vida participan, como es natural, de ese carácter religioso, combinado con cultura e ilustración. Por una feliz combinación, esa comparsa anatematizada de 1891 nos puso de relieve cuales son esos elementos de vida, caracterizados por sus respectivos estandartes.

Permitidme, señores Jurados, que un deber de cortesía me exija que en primer término me ocupe de las jóvenes de Ares.
Habían éstas elegido para el Carnaval de 1890 un emblema de peregrinas, y optado un color, azul. ¡Qué acertada elección!.
Peregrinas son en efecto la jóvenes de Ares, por su belleza, por su hermosura, como lo hemos comprobado en el día de ayer, peregrinas son por su elegancia y distinción, y por tantas otras dotes que atesoran. Azul es el cielo que las cubre, azules las ondas que las arrullan y blandamente besan sus pies; azul es su presente, como azul será mañana el porvenir que ofrezcan a sus esposos e hijos.
¿Será irreligioso el elemento femenino?. Preguntar en España y en particular en Galicia si la mujer es irreligiosa, es formular una ofensa. La mujer española podrá ser fanática, podrá ser supersticiosa, pero irreligiosa, descreida, nunca. Nuestras madres, nuestras esposas, nuestras hijas comprueban cuán profunda, cuán arraigada está la creencia católica en sus almas.

¿Será irreligioso el gremio de mareantes de Ares?. No hay oficio, no hay profesión alguna que tenga creencias más sinceras que el marino. Luchando está continuamente con un enemigo tan potente como traidor, que no deja arrancar de su seno las riquezas que avaro atesora, sin una brega titánica, a muerte; el marino es y tiene que ser esencialmente religioso.
En la soledad de los mares, pendiente la vida de la suerte de una miserable barquilla, juguete de las olas, cuando el viento ruge, el mar se encrespa e intenta destrozar cuatro tablas mal unidas, el marino eleva sus ojos al cielo e impetra el auxilio divino, mediante la intercesión de su Santa Madre, a la que hace un voto. ¿Y que diremos de su familia?. La amante esposa, la cariñosa madre, la tierna hija, han visto salir al marino en un día de calma, que por desgracia es precursora de tormente.
¡Ah! que el viento empieza a silbar, ¡ah! que las olas se estrellan contra la costa, ¡ah! que la tempestad aumenta, poniendo en grave, en inminente riesgo al ser querido. Esa mujer se tiende entonces a los pies de alguna sagrada imagen, le dirige sus súplicas ardientes, tan fervorosas como salidas del alma, y confiando en Dios, aunque transida por el dolor, corre anhelante al puerto o al punto más saliente de la costa para ver se se salva el objeto de sus amores.
Decid a esa mujer, decid a ese marino acaso salvado por milagro de la furia del proceloso mar, algo que sea contrario a sus creencias religiosas, escarnecedlas si sois tan osados; pero temed sus arranques, pues acaso pagueis con la vida tal atrevimiento.

Voy a citaros un ejemplo del fervor a que llega un marino.
Era yo aun un niño y presencié como toda la población un espectáculo sorprendente. Un buque de esta matrícula llegó al puerto con la obra muerta destrozada y sin más palos que el mayor, aunque partido. No bien llegó y sin que la tripulación comunicase con sus familias, al mando de su bravo capitán, descalza y sin gorras, se encaminó al inmediato Santuario de Pastoriza, conduciendo en hombros el palo salvado, cumpliendo así el "voto" que habían hecho cuando corrían inminente riesgo de naufragio.

¿Será irreligiosa la clase agrícola?. Vosotros, señores Jurados, que en mayoría perteneceis a esta honrada y sufrida calse, sabeis que el labrador es tan esencialmente religioso que si de algo peca es de fanático.
El labrador, al preparar y trabajar las tierras, al depositar en su seno la semilla fecundante en la que se cifran tantas esperanzas, confía siempre y en todo caso en la Providencia. Sabe que la sequía puede agostar las mieses, y la lluvia contínua puede pudrirlas, que el viento las derribaría, que una helada prematura puede matarlas en flor, y tantas y tan diversas causas pueden arrebatarle el pan suyo y de sus hijos, reduciéndolo a la miseria. En esta vida de continuos sobresaltos, en esta vida de trabajo y de temor, el labrador, como el marino, invoca el santo nombre de Dios y recurre a la excelsa Madre y a los santos en demanda de apoyo y protección.

¿Será irreligiosa la clase mercantil de Ares?. se halla ésta formada por los que regresaron definitivamente de Cuba o han venido sólo para ver a sus familias con propósito de volver a tan hermosa Isla.
Esos llamados vulgarmente "habaneros", son tan religiosos como el marino o el agricultor. Parten de este país en sus mas tiernos años para luchar con los rigores, con las inclemencias de un país insano: el cólera, la fiebre amarilla, el vómito negro y tantas otras terribles enfermedades los diezman, y si se salvan, es con la pérdida de la salud.
En las soledades de esa isla, tan inmensas como la mar, bajo los rayos de un sol tropical, el español enlaza dos ideas sublimes, la de la patria y la de la religión, como dice el orador eminente, honra de la tribuna española, señor Castelar.
Estas dos ideas están tan intimamente enlazadas que no es posible que el emigrante las separe. Una y otra le recuerdan los placeres de la infancia; le traen a la memoria su querida madre que aún balbuceando le enseñó a orar; está aun presente el día en que celebró su primera comunión; recuerda los toques gratos de la campana de su aldea, las festividades celebradas a la puerta de la iglesia y la sombra de los castaños: la religión, en una palabra, le invoca la patria, como esta la religión.
Si tales sentimientos, tales afectos levantan su voz en el pecho del emigrante español, con mayor intensidad, con mayor fuerza se desarrollan si aquel pertenece a la región gallega. Los gallegos amamos a nuestro país en tal grado que sentimos el mal de la tierra con todos los intensos caracteres de la nostalgia.
En prueba des esta verdad recordarán los señores Jurados un hecho ocurrido hace pocos años en la Habana, que pinta con caracteresindelebles lo que es el gallego.
Lllegó a tan rica, hermosa, como floreciente ciudad un infeliz soldado, salido de de nuestras ásperas y abruptas montañas. En vez de encantarle las preciosidades que se exhibían a su vista, empezó el amor al "terruño" a trabajar en él en forma tal que sus fuerzas físicas decaían de minuto en minuto, hasta que débil, exánime por no alimentarse, cayó postrado en la cama. Los más hábiles Médicos no conocieron la causal del mal en un principio, hasta que se
caracterizó perfectamente la nostalgia que, como afección moral, eran impotentes para curarla.

Por fortuna una idea feliz se le ocurrió al Centro gallego, esa sociedad, cuyos afanes, cuyos desvelos, cuyos sacrificios en pro de los indigentes o desvalidos hijos de Galicia en Cuba, no los estimamos, no los agradecemos en el grado que se merecen.
Decía que el caso del soldado que moría por nostalgia llegó a noticia del Centro gallego, quien dispuso que una gaita fuese a tocar la "alborada" a la cabecera del moribundo. Sentirla y empezar a revivir todo fue uno. Con la música y cantos gallegos pudo llegar a levantarse de cama y por último retornar a su país, mediante la redención a metálico y pago de pasaje que realizó el Centro Gallego, que además le dió 8.000 reales para que pudiera establecerse en este país un hijo que tanto lo amaba.

Una región que posee tan dignos hijos sabe sentir: una clase dotada de tan nobles y escelentes cualidades no merece el estigma que se le dirige.

Si pues los elementos constitutivos de Ares no son ni pueden ser irreligiosos, llegmos a la conclusión formulada ayer con viril energía, con entonación salida del alma por un digno Teniente Alcalde, cuyo nombre siento no recordar. Com mayor elocuencia de la que pudiera yo hacer uso nos ha dicho:
"En la comparsa de 1891 nada hubo que fuese atentatorio a la religión católica. Si lo hubiese, no sería precisa la intervención de las autoridades civiles o judiciales, pues el pueblo de Ares sabría tomarse la justicia por la mano".
Se me dirá existe el hecho. Y el hecho es que los representantes de la Religión en Ares han denunciado los sucesos en él ocurridos con ocasión del entierro de la Sardina en 1891. El hecho es que el Ministerio Fiscal no sólo no mantiene su acusación contra los procesados presentes, sino que fulmina sus rayos contra los 41 que gozan hoy del sobreseimiento tan solo provisional. ¡Ah!, Sr. Fiscal, no bastaba tener año y medio a cinco familias sujetas a los disgustos y sin sabores de un proceso, era preciso, por lo visto, apretar aun más el tornillo y llevar a otras 41 familias de Ares el llanto, el disgusto, la desolación. No será así, Dios mediante, porque el Jurado será un valladar insuperable a tales aspiraciones.
Verdad es que el Ministerio fiscal acusa: verdad es que lo hace elocuentemente, tan elocuentemente que al oirle (dispense S.S. que salvando todo género de consideraciones y protestando previamente que no tengo la menor intención ni propósito de mortificarle, sino de hacer una comparación) que al oirle, repito, asaltaba a mi memoria un pasaje de la obra inmortal de Cervantes.
Sancho Panza, cuyo papel me está encomendado, contemplaba atónito y extasiado al insigne Hidalgo de la Mancha, quien le demostraba y hacía ver que la polvareda que se levantaba, no era producida por un ejército de carneros sino de gigantes. Sancho Panza abría más y más los ojos y solo veía los carneros, a lo que el Hidalgo manchego le replicaba que si los veía así, era por arte de encantamiento y obra de un mago.
Lo que a Sancho Panza le ocurría, a mi me pasa con el Ministerio fiscal. No veo más que carneros, esto es, las declaraciones de cuatro ... "histéricas", donde el Sr. Fiscal halla una prueba perfecta, acabada y concluyente. Veamos de parte de quién está la razón y analicemos.
No se invoque el testimonio del finado Cura Párroco de Ares, porque en realidad es contraproducente o cuando no, inverosímil.
Este digno y virtuoso sacerdote que en espacio de 45 años regentara su parroquia, consintiendo o por lo menos tolerando el Entierro del Carnaval, se exacerba contra el que se iba a verificar en 1891, hasta el punto que en el Ofertorio de la Misa del primer domingo de Cuaresma truena contra los organizadores de la comparsa, diciendo que son cuatro o cinco mocosos venidos de la Habana, impíos, herejes, protestantes y masones; que las mujeres no debían asistir ni a los carnavales ni al baile, porque era ponerse en el camino de la prostitución, y las Hijas de María que asistiesen a tales actos serían dadas de baja en la Congregación, como "ovejas sarnosas" que podían contaminar a las demás.
Este hecho está justificado, no sólo por la prueba de descargo, sino tambien corroborado en parte por la de cargo.
¿Por qué este cambio de actitud del Cura Sr. Feal? ¿Por qué tanta y tanta indignación?.
Dos causas contribuían a esa actitud nueva.
El Cura Sr. Feal, en el ocaso de su vida, a los 85 años, no tenía ya la inteligencia suficientemente clara para que no pudiera ser materia hábil de convertirse en instrumento inconsciente de intrigas ajenas. A su lado tenía como Vice-Cura a D. José Quirós, verdadero "Deus ex machina" de toda esta comedia, de todo este enredo.

El Quirós quería competir con los más célebres caciques del distrito, perticularmente con el de Mugardos, e hizo nacer en el ánimo del Cura la idea de prohibir la mascarada, pues era un acto irreligioso, un verdadero atentado celebrar la carnavalada en un domingo de Cuaresma.
De tal idea parece que participa el Sr. Fiscal, juzgando por las preguntas que ha dirigido a los procesados y testigos. No otra cosa significa tampoco la extrañeza de que no se verificase el Entierro de la Sardina en el Miércoles de Ceniza y que se reservase para el domingo siguiente.
Indudables es que la costumbre tiene sancionado que tal acto se ejecute en en Miercoles de Ceniza; pero no quiere decir que no tenga excepciones.

Aquí mismo, en esta capital, en el presente año se verificó ese Entierro en la segunda semana de la Cuaresma con el aditamiento de pronunciarse un sermón en el Teatro Principal, y ni el Ministerio fiscal, ni sacerdote alguno denunciaron este hecho por ser perfectamente lícito y honesto.
Preguntad en Madrid, cómo y en que forma se verifica el Entierro de la Sardina y se os dirá que vale más tender un velo sobre los actos que con tal ocasión se ejecutan. Averiguad en
París lo que es la "mi-Çarême" y sabreis que en medio de la Cuaresma se reproducen todas las escenas, todos los actos lúbricos del carnaval. Id a Londres y llegará a vuestra noticia que en la procesión del "buey gordo", en la que indistintamente toman parte protestantes y católicos, se ejecutan actos que en nada son inferiores a los de París.
Transladaos de Inglaterra a Italia y vereis que en Venecia el Carnaval duraba todo el año y que en la capital del Orbe católico, si bien el carnavl cesaba en el martes al tocar la primera campanada de la queda en la Iglesia de San Pedro, se reproducía aquel en el jueves hasta el domingo de cuaresma.
Y esto ocurría en la época de los Dux y bajo el poder temporal de los Pontífices, en esa época en la que algunos reyes de España citados por el Sr. Fiscal llevaban la leña sobre sus hombros para quemar a sus súbditos.

No es pues que el individualismo, el darwinismo, ni el comumismo influyan en lo más mínimo en dar vida al Carnaval, entes bien, este espira en toda Europa por la plétora de libertad, porque aqél se reanima, toma bríos con la prohibición. Prohibidlo y dentro de poco tiempo los padres, los esposos no tendrán seguridad que sus mujeres, que sus hijas no concurran sin su conocimento a bailes tan poco edificantes como los que tenían lugar en el Retiro en tiempos de Felipe III y Felipe IV.
¿Puede admitirse, como opinaban los Curas de Ares, que sea más irreligioso celebrar el citado Entierro en el primer domingo de Cuaresma que en el miércoles de Ceniza?.
No sé lo que conceptuarán los teólogos, pero creo que su opinión coincidirá con la mía.
Creo que la Iglesia desearía la supresión absoluta del carnaval o por lo menos de actos carnavalescos en la Cuaresma; pero por si hubiese necesidad absoluta de transigir y ceder, preferiría que se celebrasen en ese domingo, llamado de Piñata, que en el miércoles de Ceniza.
Fúndome para esta creencia, que los domingos todos son para la Iglesia días de festividad y regocijo, como destinados a conmemorar la Creación del Mundo y la Resurreción del Señor, por cuyos motivos la Iglesia no viste de negro en esos días. El miércoles de Ceniza es un día triste, un día destinado a recordar el fin de la humanidad y la miseria de las grandezas humanas. En ese día la Iglesia pone la ceniza en la frente a los Reyes para recordarles que su poder es efímero, fugaz; a las hermosas damas para decirles que su belleza dura un día y no deben hacer de ella ostentación; a los ricos y poderosos que reunen tesoros, acaso amasados con la sangre o el llanto de los pobres, que esos tesoros quedan en la tierra y para nada les valdrá; la Iglesia pone tambien la ceniza en la frente a los pobres para decirles que todos somos iguales, sujetos a la misma ley divina: La Iglesia, en fin, en ese día, entona el salmo "Memento, homo, quia pulvis est et pulverem reverters".

Así pues parece preferible que un acto de carnaval se celebre en el primer domingo de cuaresma, parece así bien que por tal causa no puede haber un aumento de irreligiosidad.
El Ministerio público conceptúa que el entierro de la sardina debió su origen al despecho que produjo en los procesados que se hubiesen anatemizado sus actos o propósitos por el Cura Párroco de Ares, y a la prohibición que a su instancia se había dictado por el Alcalde.
En comprobación del primer extremo, cita la declaración de ese Sr. Cura, la de su sobrino y la de D. Ramón Rivera, alegando que aquél había sido víctima de amenazas por parte de los procesados, amenazas que revistieron un carácter de gravedad tal, que fue precisa la intervención de la autoridad administrativa requerida al efecto por D. Lino Rua, y para acreditar el segundo extremo, invoca el bando dictado por el Alcalde, así como los actos posteriormente ejecutados.

No es lícito Sr. Fiscal, confundir la denuncia que como podrán comprobar los señores Jurados , es obra del Sr. Quirós que la ha escrito, por más que esté firmada por el difunto Cura Párroco, con la declaración por éste prestada. En la última el Cura Sr. Feas reconoce que los procesados no hicieron otra cosa que pedirle explicaciones por las palabras que contra ellos había proferido, indicándole que en otro caso recurrirían a los Tribunales.
Tampoco es exacto que fuera precisa la intervención del alcalde, porque no lo dijo éste, ni el Cura Parroco ni el sobrino Sr. Rua ensus declaraciones ante el Juez de instrucción y en la sesión de ayer, ni persona alguna aseveró tal cosa, excepto el Sr. Quirós, a cuya declaración por lo visto tanto crédito da el Sr. Fiscal, que apesar de no estar ratificada la cree superior a las expuestas, así como a la del testigo de cargo Benito de Corona, de quién llega a decir que se expresó con inexactitud, por haber afirmado lo mismo que dijera en sumario, esto es,que los procesados se retiraran de la Casa Rectoral en tan buena armonía que el mismo Cura había ido acompañándoles hasta la puerta de su casa.
Más como esta declaraión echaba por tierra el sistema de acusación ideado por el fiscal, se revolvió airado contra uno de sus propios testigos, por más que, repetimos, dijese ayer lo mismo que había manifestado ya anteriormente.

Es innegable que en virtud de lo manifestado por el Presbítero Quirós, el digno Alcalde de Ares prohibió todo acto de carnaval; pero tambien es verdad que según este último nos dijo, no bien se publicara el Bando, se presentara en el Ayuntamiento un gran número de personas, entre ellas muchas de respetabilidad, indicando al Alcalde que no había motivo que aconsjase la prohibición del entierro, pues no tenía porque temer alteración del órden y mucho menos que se pudiera cometer atentado alguno contra la religión, la moral o las buenas costumbres.
Tambien es cierto que el mismo Alcalde nos manifestó que a consecuencia de esta intervención, había concedido verbalmente permiso para que saliera la mascarada con las únicas limitaciones de que no habían de usar antifaces ni echar cohetes, y que para hacerlo cumplir había delegado su autoridad en el Primer Teniente de alcalde D. Baltasar Pazos, que con tal objeto asistiera al entierro.
Estos particulares se hallan corroborados por las declaraciones del mismo Pazos, D. Vicente Martínez Cabaleiro, Secretario del Ayuntamiento D. Juan Francisco Martínez secretario del Juzgado municipal y otros testigos de descargo cuyos nombres no recuerdo.

Evidencioso pues que la causa que el Fiscal supuso como originaria de presentar la denuncia, sino en ofrecer los elementos necesarios para su purificación. A pesar de haberla formulado com queda dicho en 12 de Marzo, ni aun entonces señor Fiscal, se señalaron testigos para comprobarla. S.S. ha incurrido e una nueva inexactitud al afirmar que la prueba de cargo de hoy hace uso fuera señalada en la denuncia.
No por cierto, al presentar declaración Quirós en 16 de marzo, no pudo señalar testigos, y es que los andaba buscando, y es que en Ares no encontraba personas que se plegaran a sus propósitos o intenciones. No es que yo lo diga, es lo que dijo el mismo Quirós al prestar su declaración, y para que no se crea que exajero e incurro en error, voy a leer las últimas líneas de su declaración escrita, de la que puedo hacer uso por haberse reproducido por el Ministerio fiscal, en ella se lee "que hay algunas personas que pueden dar razon de estos hechos que presentará el que dicen para que declaren sin necesidad de que se les cite judicialmente". Y Quirós no las señala en el 16 de Marzo, y hay un nuevo compas de espera desde esta fecha hasta el 3 Abril en que por fin señala como testigos a Pilar Bandamio, Emilia García, Nicasia Cancela y Asunción Fonsado. ¿Qué prueba esto?. Que los dieciocho días los precisó Quirós para buscar estas cuatro comadres, para dar alguna fuerza, alguna vida, a esa desdichada denuncia que había nacido muerta.
¡Quién había de creer sin embargo que estos testimonios habían de servir para procesar a 46 personas honradas, y hoy para sostener una acusación desprovista de fundamento!
¡Quién había de soñar que estas testigos habían de merecer tal crédito al Ministerio público, que no solo mantiene su acusación, sino que rechaza como sospechoso a cualquiera de los 41 no procesados actualmente que se presentaron a declarar!.
Analicemos pues sus declaraciones, no sin consignar antes la misma manifestación que hicieron los procesados en el careo con aquellas celebrado, esto es, que podrían decir lo que quisieran, porque estaban muy por encima de sus dichos.

Apareció al frente de esas testigos en el día de ayer, Nicolasa Cancela, que se ha presentado no como la María Magdalena, arrepentida y contrita llorando sus culpas a los pies del Salvador, sino como la Magdalena impenitente y haciendo gala de sus faltas; esa mujer nos ha dicho que se escandalizara por los actos irreligiosos ocurridos en Ares, sin tener presente que no puede corregir ..... por evitar que el Sr. Presidente me llame al órden, diré que no puede darse por escandalizada la mujer que infringe el precepto del decálogo "nemaechaberis". Esa mujer repito, ha dicho que Bugallo parodiara a un Obispo llevando una mitra como la de San Nicolás, esto es, con un pico delante y otro atrás, según ha consignado a preguntas que le dirigió la defensa.

Recuerdo haber visto en el Ferrol al patrono San Julián Obispo, vestido de marino, no sé si en algún punto de la costa habrá habido la ocurrencia de vestir a San Nicolás arzobispo de Bari, de militar con sombrero apuntado, único caso en que no es mitra de Obispo ni cosa que se le parezca. Añadió la testigo que Bugallo llevaba en la mano un palo en forma de báculo. Y a propósito, en el día de ayer he advertido que el Fiscal al dirigir preguntas a sus testigos, les tendía

una tabla de salvación para evitar contradicciones o inverosimilitudes: y así cuando les preguntaba respecto al báculo, les decía si era un palo en forma así: @.
A la defensa no le pasó inadvertido, y no queriendo protestar porque no dá importancia de ningún género a semejantes testigos.
Dejando a un lado esta disgresión, consignaremos que esta célebre testigo, llama caldereta de aspersión y aspersorio a una lata de pintura llena de agua, y a una escoba vieja con
la que se rociaba en son de broma a las jóvenes. Dijo por último que los estandartes que iban en el entierro se parecían a los del Carmen, Hijas de María y Venerable Orden Tercera, solo por su color.
He aquí todas las irreligiosidades que ha notado la "buena" mujer, irreligiosidades que solo existían en su imaginación: para nosotros la verdadera befa, el verdadero escarnio, está en asegurar que se parece a un Obispo el que lleva un gorro de papel en la cabeza, una colcha remeada en los hombros y un palo con un cuerno.

Tampoco nos ocuparemos de la declaración del testigo D. Angel Quirós hermano del presbítero D. José, pues aunque el Fiscal haya renunciado a su testimonio, nos conviene hacer constar que el testigo reconoció que ha sufrido en la Habana la pena de 17 meses de presidio por robo, y lo que es aun peor que esto, que en más de una ocasión Bugallo le dió de comer, y le proporcionó dinero para el pasaje, a pesar de lo cual se disponía a acusarlo.
¿Puede una prueba de este género echar por tierra las declaraciones de 23 testigo que unánimes y contestes afirman que en el Entierro de la Sardina que se celebró en Ares, no hubo acto alguno contrario a la Religión, a sus creencias ni ofensivo a sus ministros?

El Sr. Fiscal ha dicho que esta prueba es débil como compuesta casi toda ella de las declaraciones de los que fueron procesados, o de las familias de éstos, por lo que los testimonios quedarían reducidos a cuatro o cinco útiles. El Sr. Fiscal al hacer esta observación, ha prescindido en primer término de que, además de los que declararon a nuestra instancia, había otros 23, de cuyas declaraciones no hicimos uso, para no aplazar todavía más las sesiones del Jurado.

El Sr. Fiscal no ha querido fijarse en que sólo cinco son los testigos de descargo, que hayan sido comprendidos en este proceso con anterioridad, que los parientes de los mismos son únicamente dos, o sea un total de siete, que deducido de los 23 presentados, restan 16 testigos sin género alguno de tacha, ni aún de la ideada por S.S.

Entre estos 16 testigos figauran el alcalde, dos Tenientes alcaldes y dos Concejales, los Secretarios del ayuntamiento y Juzgado municipal, un Contador de navío de primera clase, un primer maquinista de la Armada, Comerciantes propietarios, y sobre todo y muy especialmente siete jóvenes de las más distinguidas familias de Ares.
A vosotros Sres. Jurados os corresponde elegir entre una y otra prueba; vosotros que pertenecéis todos al distrito judicial de Puentedeume, conoceís mejor que yo las personas que aquí han intervenido, los móviles a que obedecen, las causas ocultas que dieron lugar a la formación de este proceso. Vosotros sres. Jurados conocéis personalmente unos y otros testigos, elegid pues, por más que para mi la elección no puede ser nunca dudas.

Yo con una prueba perfecta, acabada y concluyente, con una convicción íntima que sale del fondo del alma, robustecida con asenso general en Ares y demás pueblos de Puentedeume, mantengo como conclusión que el Entierro de la sardina celebrado en Ares, no se efectuó acto alguno que sea materia penable, y por consecuencia no son culpables D. Antonio Bugallo y demás coprocesados.
Meditad además Sres. Jurados, que no se trata solo de la honra de mis defendidos, sino de la de 41 más que esperan con ansia elresultado de este proceso. Meditad que un veredicto condenatorio sería sembrar el luto y la consternación en un pueblo digno de mejor suerte. Meditad que este veredicto sería un padrón de ignominia y baldón arrojado sobre la frente de un vecindario sin razón, justicia ni derecho.

He terminado.

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